Sorpresa

Si alguien de otra vida pudiera materializarse a mis ojos – decía Germano Parreira, en plena sesión en su casa -, mi fe sería mayor… Un ser de otro planeta que me obligase a pensar… ¡Tanta gente informa de visiones de esa naturaleza! Pero, semejantes apariciones no pasan del cerebro enfermo que las imagina. ¡Quiero algo evidente y palpable! Creo que estamos en el tiempo del esclarecimiento positivo.

Oyéndolo el Hermano Bernardo, mentor espiritual de la reunión, que dominaba las energías mediúmnicas, sugirió sonriente:

Usted desea, entonces una espectacular manifestación de lo Alto…. Alguien que haga caer de las nubes un paracaidista del espacio, con un traje fantasmático, usando un idioma incomprensible… un errante de otras constelaciones, cuya presencia inesperada tal vez ocasione un enorme mal, al contrario del bien que debería traer…

No, no es tanta la exigencia – dijo Parreira decepcionado. – Bastaría un ser materializado en forma humana, sin el descenso visible del firmamento. No es preciso que esa o aquella entidad se convierta en un bólido para creer más. 

Podría surgir en nuestra intimidad doméstica, sin ningún acto de magia, que se revele en el hogar cerrado, que se muestre igual a los otros, considerándolo, extraño a nuestro conocimiento…

Sin embargo, sabes que toda concesión envuelve deberes justos. Un Espírito, para materializarse en la Tierra, necesita medios y condiciones. Imaginemos que la iniciativa transformase el huésped deseado en una criatura débil y sufriente, necesitando cuidado, hasta que pudiera expresarse con seguridad. 

Serías responsable para ayudar al extraño, mimándolo con tolerancia y bondad, ¿hasta que revelara todo? ¿Estaría dispuesto a sufrir sus quejas y necesidades, hasta que se manifestara  robusto y fuerte?

¡Oh! Eso mismo. ¡Perfecto!... – gritó Parreira, maravillado. – Contemplar un Espíritu así, de modo indiscutible, sin que yo le explique la existencia en el mecanismo oculto, consolidado, sin duda, la riqueza de mi fe en la inmortalidad. Eso es todo cuanto pido, todo, todo…

Bernardo sonrió, filosóficamente y añadió:

Pero, Parreira, eso ocurre todos los días y tal manifestación es reciente sobre el techo que nos acoge. Incluso ahora, en la quincena pasada, recibió semejante bendición, acogiendo en su propio hogar un viajero de otras esferas, con la obligación de ayudarlo hasta que él pueda desenvolverse por sí mismo… Ese genio bondadoso y amigo se encarnó en sus brazos. Llamó a la puerta, que abrió generosamente. Entró. Descansó. Se quedó. Y, todavía, ligado a ti, espera por tu cariño y devoción, a fin de atender plenamente en la propia tarea….

¿De verdad? ¿de verdad? – irrumpió Germano, incrédulo. – Nada vi, nada se, no puede ser….

Pero el Benefactor Espiritual, controlando al médium, se erigió con paso firme y, pidiendo una habitación contigua, regresó, trayendo una carga ligera.
Ante la sorpresa de los presentes, Bernardo lo depositó con respetuosa ternura en el regazo del amigo que aún argumentaba. 

Parreira desenvolvió con curiosidad el pequeño volumen y, entre afligido y espantado, se encontró con un recién nacido en plácido sueño, el cuerpo de un niño que era su propio hijo….

Chico Xavier
Irmao X (espírito) Fuente: Luz no Lar 

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