Estudio sobre el periespíritu - 2ª Parte

Con la evolución de los conceptos científicos, es necesario que los escritores y estudiosos espiritas que se dedican a la pesquisa del periespíritu también actualicen sus conocimientos, basándose en las pruebas experimentales ya obtenidas a respecto del asunto.

1 – Consideraciones iniciales

Periespíritu es un neologismo creado por Allan Kardec para definir, según esclarecimientos de entidades espirituales, en el campo energético que envuelve al Espíritu.

La gran mayoría de los diccionarios no lo registra pero lo encontramos en el Houaiss, considerado el más completo de todos, aunque en dicho diccionario no se da el origen del nombre. Usa el prefijo griego peri (alrededor de) y el del termino latino spiritus, de la cuarta declinación y que, según Cicerón, define el halito, y aparece en Virgilio como principio de vida, dándonos posteriormente el concepto religioso que hoy lo define.

Para Houaiss, periespíritu simplemente seria el envolvimiento que sirve de  ligación entre el cuerpo y el espíritu.

Kardec quiso evitar un término agresivo, como seria “circunspiritu”, puramente latino, o “perispsique”, solo con formación griega. Era un derecho que usó.

Evidentemente, los etimólogos, los puristas del lenguaje, los gramáticos, en fin, no están obligados a dominar los conceptos científicos en toda su plenitud, valiéndose simplemente de las ideas simplistas de los términos correlatos y conceptos que envuelvan la fenomenología especifica de cualquier área científica.

Todo concepto espirita de Kardec data del inicio de la segunda mitad del siglo 19, ya que Kardec falleció en 1869, y sus estudios sobre los aludidos fenómenos espiritas datan de la década de 1850 en adelante.

En aquella época, la ciencia todavía era incipiente en la gran mayoría de los fenómenos actualmente conocidos, e incipiente en la terminología de ellos, por falta de conocimiento de los mismos. Como tal, se tenía como fluido todo lo que no fuese solido; como la energía eléctrica, en fin, todo tipo que transcendiese a las formas. Por tanto, era llamado de fluido el concepto espiritual que representase cualquier tipo o naturaleza de algo que no fuese sólido.

Hoy, la conceptuación cambió, porque, de hecho, consideramos el fluido como una fase material no sólida, no pudiendo incluir en ella aquello que no sea un estado material. Es el caso de la energía eléctrica, que en la época de Kardec se llamaba fluido eléctrico, aunque no lo fuese; o sea, no pertenecía a la fase material de las substancias no sólidas.

Todavía, basta con cambiar el término “fluido” por energía y así es posible mantener toda la conceptuación de Kardec. Al final, actualmente, fluidos son simplemente los gases y los líquidos. Si insistimos en conceptos desactualizados, jamás conseguiremos influenciar a los científicos en nuestros estudios. O nos actualizamos con sus conceptos o no seremos tomados en cuenta.

Lo que no se puede ni debe confundir es el concepto, pero no sería prudente que los campos energéticos continúen siendo llamados de fluídicos.
Infelizmente, en nombre de la pureza doctrinaria, muchos son los que se empeñan en mantener los conceptos arcaicos de la época de Kardec, juzgándolos perfectos, olvidándose de que la ciencia se adapta a los descubrimientos nuevos y a los nuevos conceptos. Tenemos que actualizarnos en ese ítem; usar el nuevo lenguaje para definir los antiguos conceptos. Y fue el propio Kardec quien determinó que la doctrina codificada por él debía actualizarse con los nuevos conocimientos científicos.

El hecho es que, quien actualmente insista en llamar al periespíritu de envoltorio fluídico del Espíritu, o cuerpo fluídico, usando ese concepto arcaico está, por lo tanto, ultrapasado, y no está siendo coherente con el lenguaje actual y como tal, no podrá ser aceptado por la comunidad científica, que exige la utilización conceptual. O nos concientizamos que tenemos que actualizarnos en el lenguaje, o vamos a ser consideramos como dogmáticos que quieren imponer conceptos contrarios a la verdad conocida.

2. Estudios Empíricos Iniciales

Infelizmente en la actualidad, una buena porción de autores e interpretadores de textos mediúmnicos se dedica a escribir sobre el asunto, confiando exclusivamente en esos mensajes, desconociendo por entero las pruebas experimentales que ya fueron obtenidas al respecto de ese campo, demostrando  apenas fe en declaraciones de Espíritus que no saben nada sobre el asunto. Si es que los mensajes fueran, de hecho, de tales Espíritus.

El inicio de los estudios relativos al periespíritu comenzó cuando informaron su existencia a Kardec, definiéndolo como siendo el hilo de unión entre el cuerpo material y el Espíritu encarnarte. Kardec fue conciso y definitivo en su definición, aunque ciñéndose a los conceptos científicos de su época.

En aquella época, la ciencia tenía la molécula como indivisible, la electricidad – como todo cualquier tipo de energía – era conocido como fluido; no se sabía que una fuente de energía era capaz de crear un campo en su entorno, y mucho menos que tales fuentes existiesen de forma actuante. El magnetismo de los imanes se creía que era una particularidad o peculiaridad de algunas piedras ferrosas  llamadas de magnetita, cuyo nombre proviene de Magnesia, en la Tesalia, -Grecia-, donde primeramente fueron encontradas tales piedras. Y también llamado de fluido magnético; por tanto, la generalidad provenía de la falta de conocimiento. Actualmente, tenemos que identificarnos con los nuevos conceptos.

Como tal, al definir el periespíritu, Kardec no podría ir más allá de lo que fue. Por eso es que los estudios relativos al periespíritu acabaran siendo configurados por las obras de Gabriel Delanne, contenidas en tres títulos fundamentales: El Espiritismo Según la Ciencia, El Alma Es Inmortal y La Evolución Anímica, no todas traducidas para nuestro idioma. Evidentemente, nada había escrito en aquel siglo que contuviera conceptos actualizados porque, en el siglo siguiente, toda esa conceptuación sufrió un cambio tan radical, que se hace necesario reformular los postulados por Kardec, en cuestión de términos, y no de preceptos fundamentales.

Seria pérdida de tiempo seguir haciendo consideraciones a respecto de esos conceptos desactualizados. Por eso, pasamos a los estudios efectivos sobre el Periespíritu.

Los primeros resultados experimentales correlatos con el periespíritu son debidos a Cromwell Varley, ingeniero electrónico asistente de Williams Crookes en las investigaciones relacionadas con la existencia de los fantasmas que fueron hechas por un equipo de sabios convocados por la Reina de Inglaterra.

Cromwell Edington Fleetwood Varley se había hecho famoso porque construyó el primer cable submarino de telefonía entre los Estados Unidos e Inglaterra; había también adaptado el motor Weetstone a la corriente continua para la corriente eléctrica alterna (usual). Fuera convocado para preparar el sistema electrónico de control que serviría de verificación de los fenómenos realizados para el estudio de la comisión presidida por Crookes.

Fue exactamente este ingeniero electrónico que la London’s Dialectical Society convocó para prestar esclarecimientos relativos a los estudios e investigaciones de la referida comisión para probar la “inexistencia” de los fantasmas. Algunas declaraciones fueron hechas entre 1890 y 1892, las cuales Monsieur Dussard publicó en una obra editada por la Editorial Leimarie, Paris en 1905.

La primera conclusión obvia que puede sacarse de esta obra es que para materializarse el Espíritu pone en juego un campo magnético posiblemente envoltorio de su existencia espiritual. Rigurosamente como dice Kardec. Es más: ese campo podría ser detectado por una fuente de energía catódica de una célula fotoeléctrica construida por Varley.

Estas experiencias fueron realizadas entre 1888 1894, o  sea, después de la desencarnación de Kardec, y jamás pudo haber sido de su conocimiento.
Para control del fenómeno, Varley había montado, en la puerta de acceso a la cabina donde quedaba el médium – inicialmente Douglas Home y, posteriormente, Florence Cook - , un sistema electrónico que no permitía que alguien pasase por allí sin que fuese detectado. Estaba creada la primera célula fotoeléctrica de control, semejante a las que existen en las puertas de los ascensores.

Varley verificó que, cuando alguien o algún cuerpo solido pasaba, la corriente electrónica de su célula era interrumpida; por eso, sería fácil comprobar si entrase alguien o si el médium saliese de la cabina. Todavía, cuando era una Entidad espiritual, eso no ocurría, más el flujo de emisión de la célula era modulado por el campo de energía del Espíritu, probando que este poseía un “envoltorio” capaz de impresionar las fuentes de energía de OEM (ondas electromagnéticas) de las emisiones catódicas de su foto-célula.

¿Por qué no admitir que ese envoltorio sea el periespíritu anunciado en las obras de Kardec? Sus coincidencias son enormes. Y sus propiedades son las de un campo de energía actuante, todavía, inducido por una fuente que no puede ser especificada como siendo de origen física. De hecho, siendo espiritual, tendrá otra procedencia.

Ese campo energético, sin duda, fue detectado; restaba probar que era el aludido periespíritu del que hablaba Kardec, cosa que los ingleses no tuvieron la menor preocupación de verificar.

3. Pesquisas Científicas Laicas

Está claro que, como Kardec asimiló el Espiritismo a las enseñanzas religiosas cristianas, los científicos pasaron a no darle más crédito porque, sin duda, con los cánones evangélicos y los dogmas teológicos, el Cristianismo era tenido como enemigo del progreso científico, no solo por causa de la Santa Inquisición que había quemado una serie de investigadores y científicos serios, sino también por el lado fanático religioso de sus adeptos, principalmente de los impositores, que eran los sacerdotes de la Iglesia, contrarios a las conclusiones científicas que negaban sus afirmativas religiosas .
En este comentario, vemos cómo en la época de Kardec como en la actual, los científicos siguen actuando con preconceptos y no guiados por la lógica de los argumentos.
En relación a la adopción de la moral que enseñaba Jesús en el espiritismo, muchos científicos actuaron de forma fanática negando todo el trabajo de Kardec, que supo ver mucho más allá que ellos, entendiendo que lo que los fenómenos mediúmnicos demostraban tenía unas repercusiones morales fundamentales para la evolución del ser humano, y adopta, como él mismo explica en la introducción del Evangelio Según el Espiritismo, la moral de Jesús como aquella que nos puede ayudar en nuestro crecimiento moral y espiritual, despojándola de todas las controversias teológicas sobre las diferentes partes de los evangelios. Negar valor a la obra de Kardec por este motivo indica fanatismo y preconcepto en los científicos que lo hicieron. (Nota de Córdoba Espírita)
Además del geocentrismo connivente con las Santas Escrituras, junto con otros dogmas evangélicos se interponían entre las verdades científicas y los postulados considerados divinos en los cuales, según los conceptos cristianos, Dios disponía a su antojo de todo lo que existiese .
La propuesta que hace Kardec en el espiritismo al respecto de la visión de Dios dista mucho de esta idea, por lo que no sería un argumento válido para desvalorizar la obra de Kardec por el simple hecho de haber adoptado la moral de Jesús como la moral propuesta por el espiritismo. (Nota de Córdoba Espírita)
Pero, ninguna circunstancia demostraba la existencia de ese Dios religioso de cualquier naturaleza, que se consideraba exclusivamente como una necesidad del pueblo para creer en algo que pudiese servir de apoyo a su existencia.
Por parte el Cristianismo tenía un Dios absurdo, omnipotente, omnisciente, todopoderoso, responsable por todo pero incoherente con la verdadera existencia humana llena de inequívocos incidentes que probaban que, o Dios no era perfecto, o no sería magnánimo, misericordioso, ante lo que realmente existe en el mundo. En fin, los contrastes existentes entre los predicados divinos y la existencia real eran tantos que, o el Dios cristiano sería una farsa, o no tenía ningún valor científico .
Sobre este tema Allan Kardec elucida sabiamente en el Evangelio Según el Espiritismo que la visión de Dios ha ido cambiando progresivamente a lo largo de la historia. Así pues, Moisés presentó un Dios vengativo y cruel, adaptado a los conocimientos y costumbres de su época. Jesús presentó a Dios como padre, pero también limitando el concepto a la época en la que vivió. El espiritismo presenta un Dios más en consonancia con los conocimientos actuales, lo que indica que nuestra visión de Dios se amplía a medida que vamos evolucionando y comprendiendo mejor lo que Dios puede ser, y sobre todo, lo que Dios no puede ser. El integrar la moral de Jesús a la moral presentada por el espiritismo no implica que el espiritismo adopte todos los dogmas que existen en el Cristianismo, -que en su gran mayoría fueron de origen puramente humano a la hora de formular los diferentes dogmas religiosos- y negar el valor de los trabajos de Kardec o desconsiderarlos por este motivo indica, como mencionamos arriba, preconcepto y fanatismo. (Nota de Córdoba Espírita)
Todas estas incoherencias solo eran admitidas como tabús, o sea, dogmas religiosos a los cuales no se podía hacer ningún análisis porque sería recusado, aunque estuviese muy bien argumentado.

Poco se sabía sobre el universo: Se tenía como infinito y, como tal, Dios tendría que estar contenido en él. El pasaría a ser uno de sus elementos y no su Creador. La otra hipótesis seria la que el universo estaría contenido en Dios, y como tal, Dios no podría ser esta figura antropomórfica idealizada por los sacerdotes en tela de juicio. El universo es que reflejaría, como contenido, su continente y, en este caso, Dios no tendría imagen, y mucho menos a semejanza con la criatura humana, restricta a la existencia en la Tierra.

Con la evolución de los nuevos descubrimientos, ese aspecto cada vez se distanciaba más de los dogmas religiosos, hasta el punto de no poder admitirse cualquier perspectiva de análisis con relación a las posturas doctrinarias de carácter místico.

Insistir en ligar la ciencia a cualquier tipo de correlación religiosa, inclusive con los Evangelios, es crear una barrera inevitable entre cualquier posibilidad de llegar a hacer un estudio serio sobre cualquier asunto, pues la ciencia solo acepta aquello que esté debidamente comprobado experimentalmente y probado por la matemática.

La propia moral científica proclama la perfección por las leyes del equilibrio universal, en cuanto que la religiosa admite que sus principios deben ser seguidos por los fieles, aunque sean incoherentes con las leyes que rigen el universo.

Toda esta incoherencia hace imposible la coexistencia pacífica entre los conceptos existentes, sea de origen científico o sea de origen religioso.
Para el espiritismo, tal y como afirma Allan Kardec, la conexión entre ciencia y religión parte de la base de que ambas estudian fenómenos naturales, solo que una se dedica a las leyes que rigen los fenómenos materiales, y otra a las leyes que rigen los fenómenos espirituales. El problema, tanto en la época de Allan Kardec como en nuestros días, es que ambos han optado por el exclusivismo, y la ciencia, no viendo en la religión más que una forma exterior basada en dogmas, sacramentos, liturgias, se ha distanciado de ella por no encontrar objetividad y raciocinio. Así mismo, la religión, lejos de caminar con el progreso, ha reducido su campo de actuación a la fe y a los dogmas, distanciándose de la ciencia y quedándose en la retaguardia. Si ambas, ciencia y religión comprendieran que tienen un mismo principio, que son los fenómenos naturales, y se complementaran en vez de ir en contra una de la otra, el conocimiento y la comprensión de la realidad en la sociedad sería mucho mayor.
Por otro lado, cabe señalar que con la adhesión al espiritismo de la moral de Jesús Kardec no fundó una religión. El espiritismo no es una religión puesto que no tiene cultos, rituales, sacramentos, jerarquías sacerdotales ni alguna característica que haga referencia a culto o dogma. El campo de estudio del espiritismo son las leyes espirituales, basadas en fenómenos completamente naturales y utilizando en todo momento los métodos de análisis e investigación necesarios para la confirmación de las ideas, teniendo el razonamiento como base fundamental para la sustentación de todos y cada uno de los conceptos en los que se basa. (Nota de Córdoba Espírita)
4. Breve Histórico

Hagamos un ligero resumen de los estudios que ya hice relativos a las investigaciones del campo de la vida o principio vital de la criatura humana.
En 1945, después de la guerra, fue publicado por la prensa europea un estudio que estaba siendo realizado por investigadores italianos financiados por el régimen nazista.

Dicho estudio fue titulado de “bebé de probeta” y consistía en idealizar un proceso por el cual se podría obtener un feto en una probeta sin necesidad del útero materno. Se basaba en el argumento de que había sido detectado un campo de energía envolvente del útero materno, que sería responsable del comando de la fecundación. Sin ese campo, por más saludable que estuviese la mujer, ella no quedaría embarazada, inclusive aunque ya tuviera hijos anteriores y continuase con la misma pareja.

Ese campo detectado por los italianos de aquella época acompañaba al feto en el acto del nacimiento, ya que desaparecía del útero materno, aunque este pudiese, posteriormente, ser dotado de otro campo.

La investigación se resumía en el hecho de que si los científicos pudiesen elaborar un campo semejante, no necesitarían de la madre para porte del hijo, bastaba con que dispusiesen de óvulos y esperma para la fecundación y el desenvolvimiento fetal fuesen hechos en probetas propias, Terminada la guerra, el Papa Pio XII prohibió la secuencia de experimentos relativos a ese estudio.

Lo que se podría presuponer es que los investigadores estuviesen delante de un campo periespiritual del candidato al nacimiento. Pero esos estudios fueron abandonados y no se reanudaran más.

La segunda etapa científica relativa a la existencia de un dominio externo a la materia que comande la existencia universal surgió en 1975, con los estudios de Murray Gell Mann al frente del acelerador de partículas, de la Stanford University.
Él probó que, por sí sola, la materia, o mejor, la energía cósmica fundamental, jamás podría alterarse para convertirse en partículas, por más elementales que fuesen, y que el aludido Big-Bang no podría ser tenido en cuenta para justificar tales transformaciones. Estaba admitida la existencia de los aludidos “agentes estructuradores” capaces de actuar sobre dicha energía cósmica y darle forma y vida. Posteriormente, esos agentes fueron llamados de frameworkers.

Todavía, restaba saber cómo tales agentes podrían actuar sobre la energía cósmica para darle las aludidas formas. Fueron las propias investigaciones que admitieron que esos agentes pudiesen actuar sobre la energía como el imán sobre las limallas de hierro y níquel, en un fenómeno semejante; o sea, tales agentes poseerían un campo de energía compatible con el sistema material, que actuaría sobre la energía de la misma forma que el campo magnético del imán sobre las aludidas limallas.

No fue difícil asimilar tal hipótesis a las enterradas experiencias italianas del bebé de probeta.

Y todo fue revolucionariamente aceptado cuando la Teoría de Campo tomó forma y consistencia. La ciencia estaba coherente con la idea de que un agente externo a las energías cósmicas sería capaz de actuar sobre la misma, modulándola. Por tanto, también era fácil admitir que tal campo fuese responsable por el sistema biológico existente, en términos generales, responsable por la vida en sí y de forma indistinta, incluyendo la humana.

Más o menos por esa época Henrique Rodrígues fue convidado por colegas y correspondientes rusos para visitar aquel país y participar de las experiencias soviéticas en relación a un nuevo estudio sobre la vida, esto es, aquello que los rusos llamaban de psicosoma o el correspondiente al campo de existencia de la vida en el planeta.

Una vez más, algo sugeriría la hipótesis de estudio de Kardec en relación con la existencia del periespíritu.

El psicosoma, hasta por el origen griego del termino – psiké = alma + soma = cuerpo, en oposición al alma -, representa para sus investigadores, el alma que ocupa un cuerpo y le da vida o condición de existencia vital.

La importancia de tales investigaciones reside en el hecho de que una sociedad materialista por excelencia fue obligada a curvarse ante la existencia de un elemento extraño a la materia (o a la energía en sí) que sería responsable por la vida somática, sin el cual ésta no existiría.
El concepto de alma presenta una diversidad enorme, desde el soplo divino, hasta el simple campo elemental responsable por la vida. Kardec la definió como la parte del Espíritu encarnada en un cuerpo. ¿Por qué “parte del espíritu”? Sin duda, analizándose los conceptos espiritas relativos a Espíritu, tenemos que admitir que lo que se encarna en cada cuerpo no es el Espíritu en sí, con toda su plenitud, más apenas una parte de él.

Si no, veamos. Dentro de los principios de la codificación, el Espíritu tiene condiciones simultáneas de nacer como hombre o como mujer; y tiene necesidad, para su evolución, de saber vivir en ambas condiciones. Por si solo eso significa decir que, cuando nace en un determinado cuerpo, no pone en juego sus llamadas “líneas de fuerza” correspondientes al sexo opuesto, aunque no siempre ponga en juego la personalidad correspondiente, lo que justificaría la formación de los homosexuales que tienen un cuerpo y el comportamiento del sexo opuesto.
Esto seria suficiente para probar que el Espíritu solo pone en juego, durante cada encarnación, una parte de sí y no su todo; así, el alma es esta parte, según Kardec.

Hay otras consideraciones de análisis que podrían ser usadas para mostrar que el Espíritu no pone en juego toda su plenitud, y una de ellas es el “inconsciente” o memoria plena de todas sus existencias, que solo entra en la conciencia del encarnado en algunos casos de trances psíquicos, en los cuales él puede identificar hasta la existencia de vidas pretéritas, por la regresión de la memoria .
La definición que hace el autor sobre el alma no se corresponde, a nuestro entender, a la definición que da el espiritismo. Para el espiritismo, el alma es el espíritu encarnado, es decir, se llama alma al propio espíritu cuando está encarnado, y se designa con el nombre de espíritu cuando éste no está en el cuerpo físico. Esto lo hizo Allan Kardec para definir la posición del espiritismo al respecto de la palabra alma, que tenía diversos significados según el punto de vista del que la utiliza, además de evitar confusiones en cuanto a su verdadero significado.
Por otro lado, en relación a que lo que se reencarna es una parte del espíritu y no el espíritu en sí, el espiritismo  nos indica que el espíritu es uno e indivisible. No podemos considerar al espíritu como compuesto de partes, sino de vivencias. Lo que sucede en el proceso de la reencarnación, es que algunas de esas vivencias no son transferidas para las condiciones psicológicas del ser que nace con el fin de que pueda trabajar otras y progrese en otros campos. Solo desde este punto de vista podría entenderse el comentario del autor, y en ningún momento podemos considerarnos los encarnados como partes de nuestro espíritu. (Nota de Córdoba Espírita)
La última serie de investigaciones importantes para el concepto periespiritual proviene de Suecia y mereció el nombre de “pesaje del alma”, y que llevó Harold Saxton Burr a sus conclusiones en un trabajo que tituló Life´s Field. Este es basado en aquel y, aunque no lo cite, tiene rigurosamente la misma connotación.

Los suecos, impresionados con el registro por aparatos de la existencia del aludido “campo de vida” que ellos llaman alma, partieron para el estudio más serio con unos aparatos altamente sofisticados y que se corresponden con aquellos aparatos existentes en las salas quirúrgicas y en las UTI o UCI de los hospitales, que registran el dicho “campo de vida” del paciente. Cuando deja de ser registrado por esos aparatos los médicos llegan a la conclusión que el paciente falleció.

Por tanto, ya es de dominio público y usual que la vida es definida por un campo cuyas investigaciones, todavía incipientes, muestran que sin él, no existe ni la vida, ni en el caso del hombre, la personalidad. Aunque las células orgánicas continúen latentes, con vida propia y existente durante  algún tiempo, que varía conforme el cadáver, lo que  evidencia -contrariando por entero las tesis materialistas-, que éstas células no pueden ser responsables por la vida en sí, ya que el cadáver continúa con las células actuantes y sin embargo, sin el aludido campo registrado por los aparatos, la vida humana no existe tal cual es.

En la observación de moribundos, los suecos acoplaron a los aparatos un dinamómetro, que registró la pérdida de 2,2 dag* (decagramos peso) en el exacto momento del fallecimiento. Por eso, la experiencia pasó a ser conocida como “pesaje del alma”.

El hecho es que, independientemente de cualquier criterio, la vida es definida por un campo que estructura el feto, dándole forma y existencia, comanda su vida terrena y abandona el cuerpo en el momento de la muerte.

Sin duda, este campo fue lo que Kardec, en su estudio primitivo y sin mayores comprobaciones, llamó periespíritu. Aunque, infelizmente, la mayoría de los militantes del movimiento espirita solo se preocupa con informaciones a través de mensajes mediúnicas de Espíritus cuyo conocimiento en ese área aún es del siglo pasado, ignorando los nuevos descubrimientos a respecto de la comprobación experimental de su existencia y que evidencian que Kardec no se refirió a ningún concepto arbitrario .
No podemos, por lo tanto, ignorar las investigaciones realizadas en el campo de la ciencia al respecto de la existencia y propiedades del periespíritu. Sin embargo, el papel del periespíritu al que hace alusión el autor se restringe a la formación y estructuración del cuerpo físico, tal y como apuntan las investigaciones a las que hace alusión. Por otro lado, el espiritismo ha realizado sus propias investigaciones al respecto de las propiedades y funciones del periespíritu, comprendiendo su papel en otros muchos fenómenos, principalmente en los fenómenos de la comunicación mediúmnica. A este respecto, ciertas elucidaciones provenientes de espíritus (Como sería el caso de André Luiz) nos traen valiosas contribuciones al conocimiento general del periespíritu, que obviamente es aún escaso. Pero no podemos, en rigor, negar esas valiosas contribuciones como elementos importantes para el crecimiento de nuestro conocimiento en torno de ese campo energético.
En todo hay que tener una postura de equilibrio. Ni usar única y exclusivamente las comunicaciones mediúmnicas, ni tampoco desvalorizarlas y tener en cuenta solo las investigaciones hechas fuera del ámbito espírita. (Nota de Córdoba Espírita)
Finalmente, un apelo a los literatos espiritas: no escriban sobre lo que no conocen simplemente basados en comunicaciones mediúnicas, no siempre de origen procedente. En ciertos casos, inclusive los grandes médiums, transmiten apenas la incompetencia de los Espíritus que se comunican.

5. Conclusión

Actualmente, la ciencia admite que 73% del universo está constituido de algo que no es la energía cósmica conocida, y que apenas el 27% del universo contendrá la referida energía que, en síntesis, viene a ser su consistencia, que se presenta en diversos estados físicos, siendo que uno de ellos es la materia.

Un Espíritu humano podría actuar sobre las partículas orgánicas en el vientre materno, dándoles forma estructural.

Evidentemente, todavía no se puede caracterizar que esa parte desconocida sea la entidad espiritual, por falta de investigaciones. Todavía, una de las hipótesis actuales es que ella representa el dominio de existencia de los agentes que actúan sobre la energía cósmica dándole forma de vida. Sería la Espiritualidad.
Y en consecuencia, para que pueda actuar sobre la referida energía, como agente, el más elemental fenómeno conocido es el del imán, en que un agente, que sería dicho imán, a través de su campo energético (o magnético), estructura la figura que se constituye en su espectro, formando una figura, al agrupar las limallas de hierro y níquel.

En este caso, el origen de los estructuradores seria esa parte desconocida del universo; sus agentes tendrían la condición y el poder de actuar en la energía cósmica por intermedio de un campo estructurador que aglutinaría la energía dándole forma. Del mismo modo, un Espíritu humano podría actuar sobre las partículas orgánicas del vientre materno, dándoles forma estructural (feto) en las cuales se incorporaría para darle la vida.

Ahí surgiría el concepto de periespíritu: seria exactamente ese campo generado por el Espíritu que induciría en el vientre materno la energía capaz de estructurar el feto en el cual nacería.

Este fenómeno es perfectamente coherente con todo lo que la ciencia ya registró relativamente al campo de vida que existe en el útero, que comanda la fecundación y que nace junto con el feto, abandonando su posición inicial y que nace junto con el feto, y que, posteriormente abandona el cuerpo en el momento de la muerte.

He aquí, pues, el periespíritu de Kardec.
Carlos de Brito Imbassahy
  • Nacido el 09/10/1931, en la ciudad de Niteroi (RJ), hijo del añorado cofrade Carlos Imbassahy.
  • Es  conferenciante y escritor, espirita.
  • Bachiller en Ciencias Exactas, Filosofía, Ingeniería Civil, Composición e Instrumentación (Música) y Periodismo;
  • Profesor de Física Analítica Vectorial y Mecánica Cuántica.
  • Redactor y cronista del Diario del Comercio (R/J).
  • Miembro del cuerpo de redacción de la Ediouro; con numerosos libros publicados, entre los cuales podemos encontrar “La Reina Reencarnada”, “Leyendas de Osiris”, “Las Apariciones y los Fantasmas”, “La Bioenergía en el Campo del Espíritu”, ”En los Dominios del Alma”, etc.,
  • Autor de la comedia “Vida de Profesor”, primer lugar en el Premio Sintrasef de Teatro.
  • Autor de numerosos artículos y crónicas, publicados en diversos periódicos.
Traducido del portugués por Pedro Rodríguez

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