El Centro Espírita 7

Parte 3.1: Otras consideraciones: El surgimiento del centro espírita

Agruparemos en esta tercera parte, consideraciones que pensamos son importantes pero cuyo desarrollo es quizás menos voluminoso que las que hemos tratado.

Una de ellas es el surgimiento del centro espírita.

El surgimiento del centro espírita puede ser de dos formas. O bien un grupo de personas que pertenecían a otro centro, y que deciden formar uno nuevo, o personas que simpatizan o tienen conocimientos espíritas pero que no han pertenecido a un grupo anteriormente.

En ambos casos consideramos fundamental tener en cuenta las bases de democracia, respeto, previsión, seriedad… y todas las características importantes que hemos visto anteriormente, como la elaboración de unos estatutos claros y objetivos que cubran las necesidades reales del centro espírita.

Pero en el segundo caso, si no hay experiencia previa, nos surge lógicamente la pregunta: ¿cómo hemos de proceder?

En estos casos donde falta la experiencia de haber pertenecido a otro grupo puede ser conveniente acudir a una persona experimentada. El hecho de acudir a otra persona experimentada no significa que esa persona sea la encargada de la formación del centro, como desgraciadamente en algunas ocasiones se hace. Su papel será de apoyo, ofreciendo siempre ideas precisas y claras para análisis de los miembros del grupo en formación, los cuales, considerarán la experiencia del amigo, pero no tomarán sus orientaciones como dogmas de fe que hay que seguir. En todo caso, esas orientaciones serán analizadas y reflexionadas por los interesados, que podrán, una vez estudiadas convenientemente, adoptarlas o no, según las necesidades.

Es muy importante desde nuestro punto de vista, que desde el comienzo todas las personas se vean con posibilidad de opinar y participar en la formación del grupo, puesto que esto es un estímulo que siempre es bien recibido por todos. 

Naturalmente vamos a sentirnos mejor si somos parte activa del proceso de formación, que si alguien llega y nos dice lo que hay que hacer y cómo hacerlo, sin habernos preguntado nuestra opinión.

A este respecto me gustaría comentar una experiencia personal.

En cierta ocasión me invitaron a dar una pequeña charla a un grupo en vías de formación. Estábamos explicando qué era el espiritismo, y hablaba de cómo el Codificador había sentado las bases espíritas en base al análisis con criterio, a la lógica empleada por él para sustentar sus argumentos, y de cómo el estudio del espiritismo es un proceso analítico, preguntándonos el porqué de cada propuesta espírita y aceptándola cuando satisface a nuestra razón.

En determinado momento de la exposición llamaron a la puerta, y entró una persona con 5 volúmenes fotocopiados y encuadernados, los dejó caer en la mesa y sentenció:

-Aquí os traigo un Curso de espiritismo. Desde la próxima reunión se va a estudiar esto. Quien quiera bien y quien no, pues no tiene porqué venir. – Y calló.

Se hizo un silencio sepulcral ante aquella forma de irrumpir en una reunión ya comenzada, y notaba como las personas me miraban preguntándome: -¿Y esto?

Como nadie hablábamos, la misma persona que había sentenciado en cuanto al procedimiento que se adoptaría en el grupo, volvió a decir: -El espiritismo es muy serio y hay que estudiarlo con seriedad, y dejarnos de tonterías que no conducen a ningún lugar.

Nuevamente se hizo silencio y pude percibir el malestar de todos los asistentes. 

Después de la pausa natural, le expliqué que estábamos hablando sobre lo que es y no es el espiritismo, y que efectivamente estaba de acuerdo en relación a la seriedad, siendo necesario para aplicarla un profundo respeto a la Doctrina Espírita. Desvié de alguna manera la atención de lo ocurrido hablando de los sincretismos y como afectan a la doctrina espírita, para concluir haciendo alusión a la necesidad de respetar a los demás.

Personalmente conozco esos cursos. Los hemos impartido ya en 3 ocasiones en diferentes centros espíritas y reconozco su valor, pero me pregunto: -¿Es la mejor opción imponerlos? –Desde mi punto de vista creo que no, en base a que todo lo que se impone crea rechazo.

En este caso, considero que nuestra mejor opción es presentar los cursos al grupo en formación, hablar de cómo han surgido y la necesidad de ellos, explicar los métodos que emplean, los resultados que se han obtenido aplicándolos, las ventajas y los inconvenientes que tienen. De esta forma el resto de personas tienen una idea sobre ellos, su utilidad y la forma de aplicarlos, y pueden valorarlos con criterio. Sería bueno también permitir que se nos hagan las preguntas que consideren oportunas, así como las observaciones y objeciones, siendo esto muy positivo para aclarar posibles dudas. En resumen, aportar un apoyo al grupo permitiendo que sea él quien tome las decisiones.

Juan José Torres

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