El Centro Espírita 4

Parte 2.2: Los servicios del Centro: El ejemplo

Allan Kardec afirma que se conoce al verdadero espírita por los esfuerzos que hace para su renovación moral. En esta sentencia, el codificador hace una perfecta definición de lo que implica ser espírita y de la verdadera moral del espiritismo.

En el espiritismo, debido a su propia naturaleza, la moral no puede ser algo externo, y mucho menos, algo vinculado a ciertas prácticas sacramentales o rituales, puesto que la verdadera esencia de la doctrina que traen los espíritus es la vivencia profunda e íntima del bien. Al situar el cielo o el infierno en lo profundo de cada uno de nosotros, por intermedio de una conciencia tranquila o perturbada, la conquista del cielo solo se puede realizar por el progreso adquirido y nunca por factores que nos desvinculen del buen proceder, una forma de que nuestra conciencia esté en paz, por eso mismo, el ejemplo en el centro espírita se torna factor decisivo para el éxito del grupo.

Pero antes de seguir, cabe preguntar: ¿Qué puede entenderse como el éxito del grupo? –Para responder a esta pregunta debemos mirar a lo ya expuesto y preguntarnos cuál es la finalidad del grupo, o dicho de otra forma, la labor que el grupo debe realizar de cara al ser humano. Si consideramos que esa labor es la de prestar un servicio real y positivo a la sociedad, fundamentalmente por medio de la educación en los principios espiritualistas que presenta la doctrina, el éxito del grupo será la realización correcta de esos servicios, y pensamos que será muy difícil que ese servicio se pueda realizar correctamente si no está basado en el ejemplo. Es decir, el grupo espírita, (las personas que lo componen) habrán de poner en práctica, entre ellas mismas, los principios morales que la doctrina espírita propone. De lo contrario el grupo está abocado inevitablemente al fracaso por no haber coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

En primer lugar, para la buena marcha del grupo, hablaremos de la fraternidad.
La fraternidad, desde un punto de vista filosófico es la hermandad, la buena camaradería, el buen proceder entre las personas. Un sentimiento fraterno es un sentimiento de amor totalmente desinteresado hacia otras personas, donde no existen rivalidades, resentimientos, rencillas de ningún tipo.

Históricamente se ha usado la palabra fraternidad para designar a agrupaciones de humanos que se hermanan por un mismo sentimiento, idea, filosofía… El hecho de participar de las mismas inquietudes espirituales genera lazos de afinidad que nos vinculan los unos a los otros, y por eso es que se suele emplear el término de “hermanos”, para designar a esas personas, aunque desgraciadamente, por lo general, los sentimientos han ido por un lado y las definiciones por otra, y en el seno de todas esas asociaciones han surgido múltiples disputas, rivalidades y encontronazos, demostrando que no siempre ha habido un sentimiento fraterno real.

En el grupo espírita el sentimiento fraterno debe estar presente en todas las actividades. Eso implica que todos los miembros del grupo buscarán el bien del grupo, trabajarán por que sean cumplidas correctamente las labores del grupo y mirarán, en todo momento, que la buena armonía y la estabilidad reinen en él, sabiendo, que solo se podrán conseguir buenos resultados cuando se viva claramente la fraternidad y el buen comportamiento entre los miembros del mismo.

Pero aquí surge un problema fundamental. La teoría es muy bonita y todos la sabemos, pero la realidad es que por lo general en un grupo espírita no siempre hay afinidad entre los miembros. Unos ven las cosas de una forma y otros de otra, unos tienen una opinión y otros otra al respecto de las mismas cuestiones,  y como consecuencia de esto, surgen diferencias entre las personas que concurren al grupo.

Esto es algo normal y hace parte de la propia naturaleza del espiritismo. Como sabemos, en él no hay sumos pontífices, no hay jerarquías, no hay dogmas de fe, no hay procedimientos estándares que hay que cumplir, no hay reglas inamovibles dictadas por ninguna autoridad, en definitiva, la libertad es una de las premisas en las que se basa el espiritismo, y de esta forma, cada quien tiene la posibilidad de tener sus propias opiniones en relación a la dirección y actividades que desea para el grupo.

Esto, que es algo muy bueno y positivo si se sabe entender, puede convertirse en un problema cuando aún no hemos aprendido a respetar a los otros y consideramos nuestra opinión por encima de la de los demás miembros del grupo. Cuando así sucede, comienza para nosotros una lucha personal en la que intentamos imponer nuestras ideas y puntos de vista, y a la vez, surge una actitud de desprestigio hacia aquel o aquellos que consideramos que están equivocados, lo que es grave y peligroso para el grupo.

Muchos grupos han pasado por graves momentos de crisis precisamente por esto, y el problema no es solo que se pasen esos momentos, el problema fundamental es que el grupo se desestructure por esto. Ahora bien, ¿cómo proceder en un grupo en tal caso?

Sin pretender decir a nadie qué es lo que debe de hacer, pienso que en todo momento debemos asumir una postura de respeto hacia aquel o aquellos que no compartan nuestra forma de ver las cosas. Ese respeto está basado en la propuesta espírita de amor al prójimo, y no se puede amar si no se respeta, ya que cada uno de nosotros tiene una forma distinta de ver las cosas a la que llamamos libertad de conciencia, y a nadie le gusta que no se le respete esa libertad, por lo que si a nosotros nos gusta ser respetados, es normal que aprendamos también a respetar a los demás. Cuando amamos a alguien porque esa persona es como nosotros queremos que sea, realmente estamos amándonos a nosotros mismos proyectados en esa persona. El amor real se basa en amar a los demás como ellos son y no porque son como nosotros queremos. 

Por lo tanto, el primer sentimiento cuando existan antagonismos habrá de ser un sentimiento de respeto hacia los demás, traducido en la actitud de escuchar y reflexionar las opiniones de los demás con sinceridad, sin pretendida superioridad y con la firme convicción de que ellas pueden ser también correctas o buenas.

En segundo lugar, analizar de forma cuidadosa y fría la situación. La doctrina espírita, que adopta la moral Cristiana, nos habla en relación a la ceguera que existe en todos nosotros a la hora de valorar nuestro criterio frente al de los demás, y usando unas palabras de Jesús nos alerta a este respecto: “Veis la paja en el ojo ajeno y no la biga en el vuestro”. Por lo tanto es importante que hagamos un análisis criterioso y sincero de nuestra postura y la antagónica, pues puede ser que la nuestra no sea totalmente cierta y la del otro no sea totalmente equivocada.

Hace un tiempo, estuve escuchando a un político de nuestro país en una entrevista y decía: -Es importante para nosotros escuchar a los que son nuestros contrarios, no por respeto, que también, sino porque puede que ellos tengan razón. Esta postura me parece sumamente inteligente y propia de un espírita que se cuida en aplicar la moral que le enseña la doctrina, pero para llevarla a cabo hay que desterrar un sentimiento del que nos habla mucho el espiritismo, y nos lo presenta como uno de los sentimientos que más daño pueden hacer a la marcha y progreso del espiritismo: “El orgullo”.

Si aprendiéramos a actuar de esta forma dentro de nuestras instituciones espíritas cuántos problemas y conflictos no serían evitados, y cuantas disputas no serían acalladas por la prudencia y el buen sentido. Ante esto siempre surge la pregunta: ¿Pero, y si tengo razón? ¿Y si es verdad que mi postura es la correcta? –Ante esto cabe responder: -Si es así, con más razón tendremos que escuchar a los otros, con más razón habremos de usar la paciencia y la serenidad, con más razón cumpliremos con la moral espírita.

Si lo que buscamos es el bien del grupo, que a la larga es el bien de la sociedad, tanto espiritual como material, en todo momento buscaremos que la paz reine en él, y confiaremos en dos factores que la experiencia nos han demostrado son los elementos del progreso: El buen proceder y el tiempo. Cuando nuestro comportamiento está basado en el bien general y usamos la lógica para exponer nuestros argumentos, respetando siempre los argumentos de los demás, el tiempo se encarga de ir situando cada cosa en su sitio. Eso no significa que nos callemos y dejemos las cosas estar, ni mucho menos. Es un deber nuestro presentar siempre de forma clara nuestra postura, pero presentar no es imponer. 

Además es imprescindible que tengamos siempre en cuenta que para cada cosa hay un lugar y un momento oportuno, usando por lo tanto el momento y el lugar oportuno para llevar a cabo nuestras propuestas, siempre, repetimos, con un sentimiento fraterno y buscando el bien general. Por lo tanto, si consideramos que nuestra postura en determinado aspecto es la correcta, busquemos exponerla con la mayor claridad posible en las reuniones donde han de ser expuestas, y sometámosla al criterio de la mayoría. Si la propuesta es lógica y positiva para el grupo generalmente será aceptada. Si no lo es, solo nos queda respetar la posición mayoritaria y aceptarla sin susceptibilidad. Será ahí donde debamos emprender una reflexión profunda y replantearnos nuevamente nuestra postura antes de considerar que TODOS se equivocan. Si después de analizarla profundamente seguimos considerando que tenemos razón, nos cabe demostrar con el ejemplo, la paciencia y la calma que eso sería bueno para el grupo.

Sobre esta cuestión cabe destacar que los cambios solo se realizan de forma gradual, y que si un grupo tiene un hábito no es fácil introducir nuevas cosas en el seno del mismo. Muchos han fracasado estrepitosamente porque han pretendido realizar en meses lo que es trabajo de años. En estos casos solo con paciencia y paso a paso se podrán realizar los progresos pretendidos.

Dentro del campo de la vivencia fraternal entre los miembros del grupo, hay dos conceptos que me gustaría desarrollar. La unión y la unificación.

La unión es buscar desarrollar sentimientos de fraternidad entre los miembros del grupo, algo de lo que ya hemos hablado, la unificación se refiere a los principios de la doctrina espírita, y sobre esto me quiero extender un poco.

Anteriormente hablamos de que en el espiritismo no hay sumos pontífices y dogmas de fe, tampoco hay quien dirige el espiritismo ni líder alguno, lo que dota al espiritismo de dinamismo y progreso. Pero esto no implica que no exista una unidad en cuanto a las propuestas filosóficas, científicas y morales que presenta el espiritismo. Si no existiese esa unidad, el espiritismo se hubiera convertido en una amalgama de ideas dispares que lo desvirtuarían. Esto sucede en todas las ramas del conocimiento y del saber humano.

El espiritismo tiene su base en la obra monumental de Allan Kardec. Esta obra, que es el resultado de las enseñanzas de los espíritus a través de diversos médiums, codificada y coordinada por Allan Kardec, tiene una propuesta sumamente racional sobre diversos aspectos de la existencia. Esta obra, que surge en el año 1857 con la publicación del libro de los espíritus, a día de hoy permanece completamente actual y fresca. La unificación de todos nosotros estará basada en el estudio racional y con criterio de la obra de Allan Kardec. En ella encontramos los principios en los que se fundamenta el espiritismo, pero lo que es más importante, el por qué se fundamenta en esos principios. Por lo tanto la unificación en el grupo espírita surgirá del conocimiento y del estudio del espiritismo, comenzando por sus obras básicas. Si no lo hacemos así y cada uno trae para el grupo sus propias ideas sobre lo que es el espiritismo, muchas de ellas distantes de lo que realmente es,  cada uno de nosotros tendrá puntos de vista doctrinarios dispares, lo que dificultará la unificación de que hablamos.

Cuando proponemos lo anteriormente dicho, no decimos lectura y aceptación de la obra de Kardec, y mucho menos aceptación acrítica. Lo que proponemos es el estudio de las bases en las que se fundamenta el espiritismo, el análisis racional y criterioso de esas bases y el aprendizaje de las mismas. No decimos que debamos estar de acuerdo con todo lo que propone Kardec y sí que si discordamos de algo, sepamos realmente de lo que discordamos y porqué, no discordar sin más, pues muchas de las polémicas que surgen en relación a temas doctrinarios nacen más en cuestiones de forma que de fondo, y principalmente porque no se reflexionó suficientemente sobre la postura espírita. Este es otro de los ejemplos que se deben dar en el grupo espírita.

Pasemos a otra cuestión donde es importante el ejemplo en el grupo espírita. El espiritismo es algo serio. Él se encarga de cuestiones importantes y relevantes del ser humano, por lo tanto, todas las reuniones deberán ser revestidas de la seriedad y el respeto que el espiritismo merece. La seriedad en las reuniones es la vivencia de la seriedad que nos merece el espiritismo a cada uno de nosotros.

Cuando hablamos de seriedad no nos referimos a solemnidad, y mucho menos a que no se pueda mantener un ambiente distendido y agradable. Seriedad no es encorsetamiento en clichés clásicos de una educación que declina, donde la seriedad estaba más vinculada a la apariencia que al fondo. La seriedad en las reuniones se manifestará por la profundidad de las mismas, por el respeto con el que se tocarán los temas espíritas. Además es muy importante el respeto al local de la reunión, donde sabemos que además no solo acudimos nosotros los encarnados, sino que también, y en mayor número, aquellos que ya abandonaron el cuerpo físico. Por eso, cualquier comentario fuera de lugar se debe evitar, considerando que toda expresión verbal genera una reacción en los demás, tanto desencarnados como encarnados.

Otra cuestión muy relacionada con la seriedad es la puntualidad. Las reuniones empiezan a una hora y esa hora debe ser observada por respeto a los asistentes puntuales. Esto no significa que debamos ser rígidos e inflexibles sobre este tema, no pasa nada por esperar alguna que otra vez dos o tres minutos, sobre todo si sabemos que alguien ha tenido un problema independiente de su voluntad, pero como regla general es importante que se observe una hora de inicio para la reunión y que todos la respeten. La hora no será impuesta por nadie, sino se consultará con todos los miembros del grupo y se llegará a un acuerdo, pero una vez que se determine una hora, todos los miembros del grupo procurarán respetarla.

Sobre este tema conviene aclarar, que en ciertas ocasiones la llegada tarde de algún compañero está debidamente justificada. A veces, por motivos personales como puede ser el trabajo profesional, algún miembro solo puede llegar al grupo unos minutos tarde. En estos casos el grupo debe ser comprensivo con el problema y no perder el sentido de las proporciones, sacando el tema de su contesto. No pasa nada si una persona, por razones ajenas a su voluntad, no puede asistir a una hora en concreto. Si esto ocurre el grupo actuará con naturalidad y el miembro que llega tarde entrará a la reunión sin ningún problema. 

Le cabe, sin embargo, entrar con el mayor respeto posible, como lo haríamos en cualquier otro sitio, procurando sentarse y acompañar la clase sin interrumpir el desarrollo normal de las actividades. A este respecto, el grupo no será distinto a cualquier institución que desenvuelve sus actividades con seriedad.

El ejemplo en el grupo espírita es un factor importante dentro de su dinámica y funcionamiento. Es gracias al ejemplo que dan los miembros del grupo dentro del mismo grupo que se pueden realizar las actividades dentro de un clima de armonía, paz, seriedad y actitud democrática. Por lo tanto, cuestiones como la claridad administrativa, la información completa y detallada a todos los miembros de las cuestiones relativas al grupo, el oír respetuosamente a todos los miembros del grupo sin sentimientos adversos, el esfuerzo por mantener y desarrollar un ambiente de convivencia sana y amistosa, la lucha conjunta, la seriedad como una actitud propia delante de la importancia de las actividades del grupo… en fin, la puesta en práctica de todos los principios morales que nos enseña el espiritismo en relación a nuestros compañeros, será, sin lugar a dudas, una de las condiciones necesarias para el buen éxito de las actividades del grupo.

Juan José Torres

No hay comentarios:

Publicar un comentario