El Centro Espírita 2

Parte 2- Los servicios del centro Espírita

Una vez que tenemos un centro espírita constituido, con unos reglamentos claros que regirán las actividades y que son obra de todos los miembros del grupo, y con la certeza de que la orientación habrá de ser espírita, llegamos a uno de los asuntos más importantes: ¿Qué servicios ofrecerá el centro? O dicho de otro modo: ¿Cuál será la finalidad de las actividades que se realicen allí?

Sin lugar a dudas, los servicios que el centro espírita puede ofrecer a la sociedad son múltiples y variados, pero si tenemos que quedarnos con uno como más importante, sin lugar a dudas elegimos su labor educativa.

No nos cansaremos de insistir sobre este punto. Solo cuando en los grupos espíritas nos concienciemos del papel educativo del espiritismo, cuando veamos su acción en la humanidad por el conocimiento que ofrece y seamos conscientes de la importancia de nuestro cambio de pensamiento para nuestro crecimiento, solo ahí, decimos, estaremos situando al espiritismo en su verdadero papel histórico y social, así como ofreciendo a la humanidad una visión cierta del mensaje que el espiritismo ofrece al hombre.

Desgraciadamente muchos aún no ven al espiritismo como una doctrina educativa, y lo vinculan más a fenómenos mediúmnicos, a percepciones y sensaciones espirituales y a transmisión de energías que al contenido lógico y racional de lo que enseña, cuando el propio Kardec, en todo momento, apuntó con inigualable certeza, que su fuerza residía en su filosofía y en la forma en que tenía de encarar los problemas existenciales que importan al ser humano. Si recordamos su acercamiento al espiritismo, vemos que en el momento que comprueba la realidad del fenómeno que estaba estudiando, decide usar el fenómeno para obtener respuesta a preguntas filosóficas y existenciales que durante toda su vida habían sido el foco de su atención, y él, que precisamente era pedagogo, realiza una investigación para sintetizar en sus obras el contenido de la enseñanza que dieron los espíritus, presentando esas ideas de forma didáctica y metódica.

Por eso mismo, el grupo espírita estará fuertemente vinculado a la labor educativa del espiritismo. No se trata de realizar reuniones donde se hable de los principios de la doctrina espírita, del evangelio de Jesús, de la mediúmnidad. La finalidad principal del centro será abordar esos temas de forma didáctica, de modo que cuando alguien llegue al grupo tenga la oportunidad de aprender.

Para ello es condición necesaria la preparación de las personas que están encargadas de llevar al reunión. Nada hay peor en un grupo espírita que la falta de preparación en cualquiera de sus facetas. Por eso, cuando una persona está encargada de una tarea, principalmente de las relacionadas con la enseñanza, es fundamental que se prepare convenientemente para la reunión.

Ni que decir tiene que los encargados de dirigir las reuniones doctrinarias en el grupo han de ser personas con sólidos conocimientos espíritas. ¿Cómo vamos a trasmitir un conocimiento que no se tiene? Por lo tanto, la elección de la persona encargada de impartir los temas en una determinada reunión, habrá de ser un proceso reflexivo en el grupo, que elegirá a la persona con más aptitudes para la tarea. Esto no significa discriminación sino velar por la calidad en la enseñanza, que ha de ser la preocupación fundamental del grupo. Cuando así actuamos, dejando de lado actitudes infantiles de prejuicios personales, conseguimos dotar al centro de calidad, dinamismo, seriedad y lo que es más importante, UTILIDAD para las personas que acuden allí con el deseo de conocer.

Por eso mismo, la persona encargada de llevar la reunión de estudio, habrá de prepararse convenientemente la reunión, de forma que los que asistan salgan de ella con la sensación de que no han perdido el tiempo.

Pensemos que muchas personas vienen por primera vez al grupo espírita sin saber realmente lo que se van a encontrar. Muchos esperan ver los objetos moverse por la influencia de los espíritus, otros esperan ver a un médium entrar en trance y vaticinarles el futuro, pero hay otros que asisten con seriedad, buscando respuestas a cuestiones transcendentales. Si estas últimas personas encuentran un grupo donde el encargado de guiar la reunión no trae el tema preparado, además de que no emplea un mínimo de didáctica haciendo la clase amena y comprensible, lo más probable es que esa persona no asista más al grupo.

Ante esto se me puede objetar que la labor del espírita no es el proselitismo. Estoy totalmente de acuerdo, nuestra labor no es convencer a nadie, pero aquí el tema es otro.

El no hacer proselitismo no implica que no se enseñe correctamente el espiritismo. Nuestra labor como espíritas pertenecientes a un grupo espírita no es buscar la forma de que la gente venga a nuestro grupo para que crezca el número de asistentes, pero si la de ofrecer un entorno educativo propicio para aquellos que acuden con seriedad y con el firme propósito de aprender, permitiendo que estos encuentren los recursos para llevar a cabo ese aprendizaje. Aquí debemos ser muy racionales y no confundir los términos, sabiendo diferenciar proselitismo con calidad en la enseñanza y en las reuniones espíritas.

Vivimos en la actualidad una época marcada por las nuevas tecnologías. Las TIC's se están implantando en todos los medios educativos como un recurso valioso para facilitar el aprendizaje.

Estudios recientes informan que hay mayor asimilación de conceptos si estos, además de la forma verbal, llegan por otros sentidos, como por ejemplo el visual. No será de más, si las condiciones del local de las reuniones lo permiten, usar estos elementos en el grupo. Es verdad que es mucho más cómodo leer un par de veces la lección, (cuando se hace) que tomarnos la molestia de prepararla en algún medio audiovisual, pero si lo que de verdad queremos es buscar que los que asisten a la reunión aprendan, es un acto noble el dedicarle tiempo a las reuniones, ofreciendo un entorno propicio al aprendizaje.

Esta providencia no solo tiene la finalidad de permitir que las personas que acuden al centro encuentren estímulos propicios para que se queden en el grupo. La finalidad mayor es formar correctamente a las personas interesadas en el conocimiento del espiritismo, ofreciendo una visión correcta y profunda del contenido de la doctrina codificada por Allan Kardec.

Esto es de vital importancia y la base para ir separando poco a poco el espiritismo de la idea absurda y ridícula que la sociedad tiene aún de él. Ante esto, debemos preguntarnos: ¿Qué parte de responsabilidad tenemos los espíritas en relación a la visión de él que tiene la sociedad? Solo aumentando la calidad y la seriedad de nuestras reuniones, junto con la vivencia real de los principios que propone la doctrina espírita, (tanto los morales como los relacionados con la actitud racional) podremos ir cambiando esa visión y acercando el espiritismo a quienes estén interesados en él.

Cuando en diversas ocasiones hemos dado esta conferencia, por lo general encontramos reticencia a la hora de aceptar estos conceptos. Se nos dice, por lo general, que lo más importante es la buena voluntad, que lo importante es el sentimiento con el que se lleva la reunión. Estoy de acuerdo en ambas cosas, pero ninguna invalida la preparación. Es más, personalmente considero una prueba de buena voluntad el hecho de dedicar unas horas a preparar convenientemente la clase.

Vivimos, por lo general en la cultura del "o" (o esto o aquello) cuando deberíamos cambiar a la cultura del "y" (esto y aquello). Es decir, si consideramos que algo es bueno, ¿porque no aceptar que es bueno sin más? Pero no, generalmente tendemos a la comparación: -Lo más importante es tener buena voluntad. -Bien, lo admitimos, pero ¿quita un ápice de buena voluntad el buscar preparar bien las reuniones del grupo? -Que yo sepa no son cosas incompatibles.

Siempre me ha sorprendido esta reacción, porque lo que se está proponiendo es evidentemente bueno para el grupo, para los asistentes e incluso para el que lleva la reunión.

Por último, me gustaría hablar en relación a la dinámica educativa. Sin entrar en detalle, ya que eso daría para un estudio completo que no entra dentro de los parámetros de este trabajo, me parece que todos los encargados de llevar las reuniones de estudio nos debíamos plantear la participación activa de los asistentes a las reuniones. Esto es un trabajo sobre el que se debe pensar y meditar mucho, ya que la participación activa de los asistentes no deja de ser un elemento de estudio y aprendizaje para todos.

Entramos ahí en un concepto muy importante también, y es que en un grupo espírita no habrá "maestros" encargados de transmitir conocimientos a los "alumnos". En realidad todos somos aprendices y como tales, todos podemos aprender unos de otros. Permitir la interacción y la participación de todos los participantes de la reunión es un factor propiciatorio para que el aprendizaje y la integración sean efectivos, y nos dará la posibilidad de aprender todos de todos.

Esto no implica que las reuniones sean una amalgama de ideas sin control. 

Lógicamente habrán de ser observados unos parámetros para que la reunión sea homogénea y tienda a una finalidad. Si todos hablamos de lo que nos parece, saliéndonos del tema y trayendo a la reunión temas que no pertenecen a la clase del día, al final las reuniones pierden su finalidad, que es el aprendizaje. Por esto mismo el encargado de llevar la reunión hará de moderador de la misma, estando atento siempre a que las participaciones se adapten al programa de la reunión, sin lo cual el propósito y finalidad se perdería.

Esta tarea de moderador no puede ser hecha de forma dictatorial y austera, lo que siempre crea un clima de incomodidad en todos los asistentes, que repercute negativamente en el ambiente espiritual de la reunión. Por esto mismo, moderar implica tener tacto en el trato con los demás, saber direccionar correctamente los comentarios a la finalidad de la reunión y buscar siempre el bien del grupo. Si aprendemos a realizar esta tarea con equilibrio, las clases serán atractivas para los interesados en aprender y el clima de cordialidad permitirá que los buenos espíritus nos ayuden e inspiren, mientras que si pretendemos imponer un comportamiento en base a criterios propios y sin considerar las necesidades de los asistentes, el clima será tenso y dificultará lógicamente la interacción entre el plano espiritual y el nuestro.

Juan José Torres

No hay comentarios:

Publicar un comentario