Sexualidad Consciente (1ª Parte)

Charla-coloquio en el Grupo Espírita “José Grosso” de Córdoba (16-5-2013)

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"La primera de las pasiones del alma y de la voluntad es el gozo"
(San Juan de la Cruz)

Justificación

El Espiritismo está insertado en toda la estructura biológica, psíquica y espiritual de la naturaleza humana (no obstante es incluso considerado para algunos espíritas y/o estudiosos como la “religión natural”). El sexo, por su parte, funciona como motor esencial del paso del hombre y las civilizaciones por este planeta que acoge nuestro tránsito evolutivo… Por lo tanto, el tema de lo sexual debe tener su espacio ineludible en el medio espírita, y hacerlo sin omisiones innecesarias, sin temores ni prejuicios), y debe hacerlo de manera natural; como cuando hablamos de mediumnidad, de reencarnación o de las propiedades del periespíritu.

Y es que exceptuando culturas y civilizaciones como la celta o la de la antigua China (donde lo sexual formaba parte de lo sagrado…), el resto de las culturas, y especialmente las derivadas de la filosofía judeocristiana, suelen tener una opinión marcadamente polarizada y dualista, con expresiva inclinación a reacciones y planteamientos desnaturalizados.

El sexo forma parte de la naturaleza, siendo además puerta de entrada de las almas que prosiguen su tránsito evolutivo. Nada de malo o denigrante tiene en sí mismo, puesto que en cuanto mecanismo evolutivo, es a la vez recurso divino. En este sentido lo sexual es útil y puro… aunque nuestra mente pueda serlo o no. 

Si hacemos abstracción del simple erotismo, compartir es una expresión del alma, una forma de comunicación…y el mundo necesita compartir, necesita del diálogo emocional, como también, por los desafíos de vida y las tensiones internas, el alma necesita “desconectar”, como necesitamos del ocio o jugar con nuestro niño interno.

Hablar de sexo es hablar de energías sagradas (y este sea quizá el punto central de nuestra charla). Del orgasmo… la creación de un artista… el movimiento de traslación de los planetas… o las ideaciones arcangélicas de las esferas superiores de la existencia; en todo esto, en diferentes expresiones evolutivas, pulsa en potencia la misma energía creadora.

No somos seres asexuados (a pesar de nuestra naturaleza espiritual), y nuestra condición evolutiva se vale de la polaridad sexual para desarrollar su programa reencarnatorio. Por lo tanto, no hay que ignorar la fuerza sexual…y menos aún reprimirla, puesto que estamos hablando de la potencia creadora de nuestro ser, aunque por lo mismo, capaz de generar las realizaciones más sublimes como las más disgregadoras o animalizadas (todo en función de nuestra naturaleza mental).

Elemento de cohesión social y educación del alma

A la par de esta realidad, de este imperativo del progreso en nuestro planeta, subyace otra: que esto no invalida que por la misma ley de progreso, debamos educar y reconducir la fuerza creadora (que no sea ella la que nos conduzca a nosotros, como en las etapas más primitivas). Y es que este potencial maravilloso que reside en todos, no permanecerá siempre sujeto a los deseos instintivos, limitado o estancado en la expresión erótica, precisa -por su misma naturaleza- elevarse, sublimarse, siguiendo el curso de las expresiones superiores.

Cierto es que las actuales estructuras culturales nos condicionan al uso y abuso de las energías sagradas, estando por tendencia habituados a expresarlas casi exclusivamente por una sola vía: el acto sexual de superficie. Y es que por aquello de la ley del péndulo, todo lo reprimido, en fases posteriores pasa a ser sobreexplotado, y en la actualidad vivimos la gran mercantilización del sexo, a menudo medio, fin y excusa para casi todo…, incluyendo, por desgracia, el mantenernos en la ignorancia de nuestra auténtica realidad íntima.

No obstante lo expuesto, debemos hacer un esfuerzo para no impregnar nuestras opiniones personales de un moralismo que no pertenece al Espiritismo, ni este necesita… Por lo tanto sería muy positivo tomar conciencia (primeramente) y sacudirnos de encima (segundo) prejuicios inducidos y creencias erróneas de otras ideologías y religiones, superar las limitaciones heredadas de nuestro inconsciente tras muchos siglos de influencia judeocristiana. Y es que, a veces, implícita (¡o explícitamente!), brotan de nuestro ser reminiscencias de predicador intolerante o del moralista hipócrita de pasadas experiencias en la carne, reminiscencias que ya hoy son del todo superables y solo están como forma residual.

No podemos olvidar que aparte de la auto reforma y de la caridad, el Espiritismo es un preventivo (desde su aparición) contra cualquier expresión de la ignorancia o el fanatismo…., y el sexo y las cuestiones que lo rodean ya han estado durante más de mil años sometido a suficientes obsesiones y condenas.

Comentarios de Kardec y Emmanuel

Hay quien opina que en la Codificación espiritista no se hace suficientes referencias al asunto del sexo, cuando en realidad se recogen los puntos esenciales que más necesitamos interiorizar, aunque (obviamente y por razones logísticas) no se abre de cada asunto una exhaustiva línea de debate porque, de ser así, de cada asunto o concepto doctrinario se hubiera hecho un tratado en sí mismo…, lo que hubiera convertido el pentateuco espírita en algo agotador y escasamente abordable.

En la pregunta 200 de El libro de los espíritus se explica que el alma del hombre no tiene sexo, y que su identidad sexual puede ser una u otra en función de sus necesidades reencarnatorias (y esta explicación por si sola excluye ya cualquier sentencia o actitud discriminatoria, a demás de abrir los horizontes de la mente a una manera integral de comprender el relacionamiento humano y la naturaleza múltiple de los afectos).

La Revue Spirite de enero de 1866 se abre con una disertación de Kardec sobre el tema de la desigualdad entre los sexos, considerándola este abiertamente como un signo de inferioridad humana (¿pensaría diferente de la desigualdad entre heterosexuales y homosexuales? Es poco probable…). Hay en ese mismo número de la Revue una referencia específica a la homosexualidad, cuando el codificador reflexiona que, entra dentro de lo natural, que un ser que ha permanecido mucho tiempo (existencias pasadas) en carácter de hombre o mujer presente esas mismas tendencias en su vida corpórea actual…, en concreto Kardec las define como <<las aparentes anomalías que se notan en el carácter de ciertos hombres y mujeres…>>. El espíritu Emmanuel, en la obra Sexo y destino nos habla que no existe un solo espíritu con plenitud femenina o masculina completas…, es decir: si la homosexualidad fuera una anomalía moral o un impedimento para el progreso, Kardec y los guías de la codificación lo hubieran señalado (como hicieron con otras cosas que consideraban potenciales obstáculos evolutivos).

Juan Manuel Ruiz

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